Relato: La Oscuridad

Miguel y Manuel, quienes habían estado casados durante 10 años, querían que Lucas, su hijo de 15 años, experimentara la belleza natural que el mundo tenía para ofrecer. Lucas era un niño inteligente y cariñoso que había sido adoptado por la pareja hace cinco años. Era alto y delgado, con cabello oscuro y rizado que siempre parecía estar fuera de lugar. Estaba emocionado por la excursión y no podía dejar de sonreír mientras caminaban por el sendero rodeado de árboles majestuosos. La vista del sol poniente a lo lejos era impresionante, creando una mezcla de colores dorados y anaranjados en el horizonte.

Sin embargo, la oscuridad comenzó a caer y los árboles bloqueaban la luz de la luna. La familia había estado caminando durante horas y se dieron cuenta de que habían perdido el camino. Se sintieron cada vez más ansiosos a medida que avanzaban, sin saber exactamente dónde estaban. Miguel sacó un mapa y trató de encontrar la ubicación, mientras que Manuel trataba de tranquilizar a Lucas, diciéndole que todo estaría bien. Pero cuando las estrellas empezaron a aparecer en el cielo y la oscuridad se intensificó, se dieron cuenta de que habían adentrado demasiado en el bosque y estaban totalmente perdidos.

Después de caminar durante horas, se encontraban exhaustos y desesperados por encontrar refugio. Fue entonces cuando encontraron una pequeña casa abandonada. A pesar de estar un poco deteriorada, era el lugar perfecto para pasar la noche. La puerta chirrió al abrirse y el polvo se acumulaba en el interior. Sin embargo, estaban agradecidos por haber encontrado un lugar para refugiarse.

Miguel se ocupó de encender un fuego en la chimenea, mientras Manuel y Lucas inspeccionaban la casa. Era un lugar rústico, pero tenía todo lo necesario para pasar la noche. Había una pequeña cocina, una vieja mesa y algunas sillas, además de un par de camas oxidadas en una de las habitaciones. Miguel había traído algunos alimentos, así que prepararon una cena rápida y se sentaron a comer juntos.

No obstante, los ruidos extraños y la sensación de ser vigilados comenzaron a invadir el lugar. Las ventanas de la casa crujían y el viento aullaba, haciendo que los miembros de la familia se sintieran inquietos. Los ojos de Lucas no dejaban de recorrer la casa y los alrededores, mientras Miguel y Manuel intentaban tranquilizarlo. Pero la sensación de que algo no estaba bien persistía en el ambiente. Algo se movía en la oscuridad afuera y los ruidos extraños continuaban. La familia trató de ignorarlo, pero sabían que algo no estaba bien.

De repente, un fuerte golpe en la puerta hizo que la familia saltara de sus lugares. Lucas se aferró a su padre Miguel, mientras Manuel se levantó con una linterna para ver quién era, pero no había nadie allí. Mientras la familia intentaba ignorar el ruido, éste continuaba repitiéndose. Era como si alguien estuviera golpeando la puerta con todas sus fuerzas.

En un momento de valentía, Manuel abrió la puerta y se encontró con la nada. La luz de la linterna iluminaba el exterior de la casa, pero no había señal alguna de vida humana. Manuel intentó cerrar la puerta, pero esta vez, el golpe fue tan fuerte que la puerta se abrió de par en par. Los tres estaban atónitos y asustados. El silencio que siguió fue aún más aterrador que los ruidos anteriores. El viento había cesado, y el bosque parecía estar en espera de algo.

Lucas y Miguel se levantaron de inmediato y trataron de defenderse, pero un hombre alto y fuerte entró en la casa con un hacha en la mano. La tensión aumentó al instante, el hombre parecía estar sediento de sangre. Miguel intentó dialogar con el hombre, pero éste no dudó en golpear a los padres una y otra vez. La sangre comenzó a esparcirse por la casa, mientras Lucas trataba de encontrar una salida.

Los golpes se escuchaban por toda la casa, y Lucas sentía que su corazón iba a explotar en cualquier momento. Trataba de mantener la calma mientras buscaba una salida, pero el hombre con el hacha estaba decidido a acabar con todos ellos. Lucas finalmente encontró una ventana abierta y se lanzó al exterior, corriendo a través del bosque a oscuras.

Mientras tanto, el hombre comenzó a perseguirlo, riendo como un loco mientras el sonido de sus botas crujía en las ramas secas del bosque. El bosque se cerraba a su paso y cada vez se hacía más difícil avanzar. Lucas sabía que no podía dejar que lo atrapara. Corrió más rápido que nunca, tropezando con las raíces de los árboles y esquivando las rocas. A pesar de estar agotado, no se detuvo hasta que se encontró con un camino que conducía a la carretera principal. Pero al girar para seguir ese camino, se dio cuenta de que había dado un rodeo y estaba de vuelta en la casa abandonada. Con el corazón en la boca, Lucas se asustó aún más al darse cuenta de que el hombre seguía detrás de él.

Lucas se sintió atrapado, sin salida y sin escapatoria, cuando el hombre desconocido lo acorraló. Su corazón latía fuertemente en su pecho y su mente luchaba por encontrar una solución. Cuando vio al hombre con el hacha levantada, listo para golpearlo, su instinto de supervivencia se activó y se movió rápidamente. Con un movimiento ágil, Lucas logró arrebatarle el arma al hombre, que se quedó momentáneamente desconcertado ante la sorprendente acción del joven.

La adrenalina corría por las venas de Lucas, impulsándolo a actuar. Se sintió más fuerte de lo que jamás había imaginado. Sabía que estaba en peligro y que debía luchar para salvar su vida. Con un rápido movimiento, se defendió del hombre que intentaba recuperar el hacha, lanzándole un fuerte golpe. El hombre cayó al suelo, y Lucas sintió una mezcla de miedo, ira y satisfacción. Sabía que estaba luchando por su vida y que no podía darse el lujo de detenerse.

Con una determinación inquebrantable, atacó al desconocido, golpeándolo repetidamente hasta que finalmente lo mató. El silencio invadió la cabaña, solo se escuchaba la respiración agitada de Lucas y el sonido de la sangre que latía en sus oídos. Sabía que había tenido que tomar una decisión difícil, pero también sabía que había hecho lo que tenía que hacer para sobrevivir.

Se sentó en el suelo, observando los cuerpos sin vida de sus padres. El ambiente estaba cargado de un silencio opresivo, sólo interrumpido por su sollozo. El hacha que había utilizado yacía junto al cadáver del individuo que había atacado a su familia. Se sentía confundido y abrumado, incapaz de procesar lo que había sucedido. La casa que había sido su refugio seguro ahora era un lugar oscuro y peligroso. Lucas sabía que tenía que salir de allí y buscar ayuda, pero se sentía temeroso de lo que podría encontrarse en el exterior.

Se levantó y tomó el hacha, sintiendo su peso en sus manos. No quería volver a usarla, pero sabía que tendría que hacerlo si quería sobrevivir. Con lágrimas en los ojos, salió de la casa y comenzó a caminar por el bosque, con la esperanza de encontrar ayuda y escapar de aquel lugar siniestro.


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