“Naturaleza muerta”
Una obra de jardineria asistida.
Me sorprendió mucho el correo que recibí de mi hija Nana; ya que no he sabido nada de ella desde el divorcio, hace ya varios años. En el correo me invita a su hogar para mostrarme su nuevo proyecto, al parecer, por sugerencia de su terapeuta.
Su hogar es parte de un centro de investigación del gobierno y se encuentra en una colina, a través de un denso bosque repleto de cedros. Al ascender bajo el rojizo atardecer, no pude evitar sentir que me observaban desde algún lugar de aquel bosque primigenio. El lugar era como ningún otro en la tierra, la soledad era absoluta y solo podía escucharse la entrecortada respiración de la naturaleza.
Cuando llegué al portal me puse a pensar en que decirle a Nana después de años sin verla. Entonces, arreglé mi cabello y me dispuse a entrar al edificio.
***
En el vestíbulo me recibió un androide de aspecto desaliñado. Después de mostrarle la invitación, este hizo una reverencia y me invito a seguirlo a la cafetería.
El bizarro androide se presentó como Marvin, me conto que el doctor lo encontró tirado en el fango con la pierna rota, que fue abandonado ahí por su tripulación hace varios siglos. Su descabellada historia me pareció demasiado increíble, como si hubiera sido programada por algún fanático de la ciencia ficción.
“Ah, sí... ¿Qué clase de té estamos tomando?” pregunté para cambiar de tema.
“Es una especie de te de burbujas con tapioca, cafeína, TCH, Ilex y leche descremada”.
El sabor era suave y agradable. Me pregunto si esto es lo que beben los jóvenes estos días.
“Esto es lo que consume tu hija todas las mañanas,” soltó Marvin, como si estuviera leyendo mis pensamientos.
“Claro que no, mi hija no consume cosas ilegales,” dije, con leve irritación.
“No es ilegal, además, me refería a Nana; ella solía charlar conmigo y el director cada mañana”
El té comenzaba a surtir efecto en mi visión periférica... y en mi lucidez. Es obvio que el robot no podría conocer sobre mi otra hija.
“Con respecto a tu hija Rebeca, me temo que ella también consume drogas,” añadió Marvin.
“Claro que no, eso es imposible,” le contesté.
“Has escuchado hablar de los Optogenetics Cognitive Enhancement System, o mejor conocidos como mejoradores de eficiencia cognitiva. Son dispositivos que utilizan algoritmos de optimización para suministrar hormonas y otras sustancias directamente en el sistema nervioso central, para aumentar la creatividad, la eficiencia y disminuir la fatiga mental.”
“He escuchado de ello,” conteste.
“Sabias que algunos departamentos en el corporativo Ryex obligan a sus empleados a utilizarlos.”
Una corriente de aire frio me recorrió la espina. Rebeca lleva dos años en Ryex, es el trabajo de sus sueños, no puedo creer que sean capaces de semejante atrocidad.
“Que quieres decir, que mi hija fue obligada a utilizar drogas. Si así fuera yo me hubiera enterado, no hay forma de que ella me oculte algo. Es más, que diablos podría saber un pedazo de hojalata sobre mis hijas.”
Estaba preparado para soltarle un puñetazo a la fría máquina, cuando me percate que se acercaba una persona detrás de mí. Se trataba de un caballero de edad avanzada que llevaba puesto una impoluta bata blanca, sandalias y una majestuosa barba.
“Disculpa los modales de mi amigo. Le gusta provocar a la gente, no se suponía que él te recibiera... Ah, sí, yo soy el Doctor Belles, padrastro de Nana y director de este centro de investigación. ¿Es usted el señor Sommer, padre biológico de Nana?”
“Si... También soy su padre, es un placer...” Un silencio incómodo se apoderó del ambiente.
“Eso ya no importa. Nana desapareció en septiembre, creemos que fue raptada y asesinada por su novio.”
Sentí mi conciencia derrumbarse, que todo daba vueltas y se apagaba. Se supone que ella no me importaba. ¿Será que me estuve engañando todo este tiempo? Eso quisiera pensar, aunque, lo más seguro es que sea culpa de la bebida de aquella endiablada máquina.
“Ella quería que usted conociera el jardín, la cumbre de su carrera,” me dijo el doctor con preocupación.
“Un jardín, pero se supone que ella estudió biotecnología,” expresé.
“Si, pero ella se especializo en el campo de la jardinería asistida. Nana, Marvin y su equipo crearon maravillas biológicas que revolucionaron la jardinería para siempre. Aquellos cedros gigantes, por ejemplo, fueron unas de las primeras creaciones de Nana.
Sentí que ya no podía evitar conocer aquel jardín, necesitaba cerrar este vergonzoso capítulo.
“Está bien, muéstreme el trabajo de Nana,” le contesté.
“Esta en el pabellón B, venga conmigo.”
Caminamos por pasillos con plantas de aspecto alienígena, luego por una sala repleta de enormes computadoras, con extrañas criaturas de varios brazos paseándose por el techo. Todo era tan surreal, que por un momento pensé que me encontraba en otro planeta.
“Ahora me das a decir como sabes todo eso de mi hija,” enfrenté al despreocupado androide que venía detrás de nosotros.
Marvin se detuvo e irritado miro al director, el cual comenzó a explicar:
“Nana nos contó muchas cosas de ti. Nos dijo que eras abogado para una empresa de construcción, que tenías una hermosa familia y que a veces te absorbías demasiado en tu trabajo que te olvidabas de tus hijas.”
“Así que eso pensaba de mí.”
“Nana también trabajaba en Ryex e intento en varias ocasiones convencer a tu hija Rebecca de no se aplicarse la cirugía de los mejoradores de eficiencia,” confesó el doctor.
“Pero porque no me lo dijo directamente. Yo la habría detenido enseguida” exclamé fingiendo enfadarme.
“Nana no quería entrometerse demasiado con tu familia, pensó que te enojarías.”
“Si estoy enojado, pero porque no tuvo la confianza de decirme lo que pasaba.”
Entonces Marvin, dijo esbozando una perversa sonrisa. “Sabias que Nana se aplicó la cirugía desde los 15 años y que lo único que calmaba su ansiedad era ese té que bebiste hace un rato.
“No lo sabía,” conteste.
En ese momento las drogas alcanzaron su cenit, y una mezcla de emociones se apoderaron de mi cabeza. Recordé cuando Nana era una pequeña con esa sonrisa que heredó de su madre, recordé todos los años en que ignoré su existencia por cobardía y que aún así ella seguía preocupándose por mí.
“Oh, todo esto es un circo, una farsa,” exclamé avergonzado y con la mente hecha añicos. “Pero es mi culpa... Nana se fue y nunca pude disculparme por abandonarla.”
Ya no hay solución para mí, sólo me queda vivir con está vergüenza por el resto de mi vida.
Entonces, pude observar un chispazo en la retícula que son los ojos de Marvin, el cual murmuro. “Te entiendo, la única solución y escape que tenemos es el arte,” murmuro mientras caminaba absorto en sus pensamientos.
***
Cuando llegamos a nuestro destino, el Doctor se detuvo, dijo que tenía asuntos que atender y se retiro con una sonrisa falsa. Entonces, el androide me instó a entrar al jardín. Dentro había solo un árbol, confundido me di la vuelta y observé a Marvin haciendo un gesto para que continuará.
Me acerqué cuidadosamente hasta que me di cuenta que se trataba de un cedro gigante. Lo más extraño era la forma del árbol, que recordaba a la figura de una pequeña mujer. También había una caja en el suelo.
De cerca pude observar claramente facciones humanas. Su semblante me recordaba a la indiferencia de las diosas en mitologías antiguas.
Impresionado y sin esperar respuesta exclame.
“Es un árbol majestuoso y bello”
El árbol se estremeció, mientras flores rojizas y purpuras brotaron por todo el jardín. Una docena de buganvilias (los árboles preferidos de Nana) se formaron alrededor del cedro gigante.
Cautivado por el milagroso espectáculo, me tumbe en el suelo con lágrimas en los ojos. Entonces, tomé la caja y la abrí cuidadosamente, para descubrir un anillo y una carta. Eran los mismos que le envié a la madre de Nana para pedirle su mano en matrimonio.
Pude ver claramente el instante en que las facciones de la creatura se tornaron en una mueca de desprecio, tan parecida a lo que hacía mi hija Nana cuando tenía 10 años, antes de que saliera de sus vidas. La misma mueca que mi mente borro por tantos años y que he evitando recordar.
Unas raíces surgieron del suelo y envolvieron mi cuerpo en una gentil muestra de afecto, hasta llegar a mi cuello, en dónde la presión de las raíces aumento gradualmente hasta cortarme la respiración. Solté mis últimos estertores contemplando aquella miserable criatura.
***
“¡Despierta! Ya terminó la exhibición, ¿Qué te pareció nuestro jardín?”
Al abrir los ojos, no pude evitar sollozar mientras contenía las ganas de vomitar.
“Te dije que el único escape es el arte. ¿No es cierto?” Dijo el androide mostrando una sonrisa perversa.”